EL FARO
Esta noche estoy en mi cuarto
sintiéndome solo y triste.
Me parece que tanto se ha alejado
mi barco de la orilla
que ya no podré volver a salvo.
Siento cómo los vientos
soplan fuerte y tratan
de alejarme de mi refugio.
El dolor, el trabajo y la soledad
me alejan de Ti, Señor.
Pero hoy quiero luchar
y ya no quiero ocultarme,
lucharé y remaré,
hasta alcanzar la orilla
de esa playa serena,
donde Tú eres
el que dio vista al ciego,
voz al mudo, alegría al triste.
Tú mismo eres quien ordena
hoy a la tormenta:
¡Silencio! y ésta, te obedece.
En medio de mi noche
levanto la voz a Ti, Señor,
y para hacer valer tu sacrificio
te entrego hoy toda mi zozobra.
Sopla en mí, Señor, tu Espíritu,
y llévame hacia Ti,
pues ya no quiero naufragar
y me aferro a tu Mano.
De esta forma hoy,
gracias a Tu Misericordia,
puedo ver tu luz y emprendo
mi camino de regreso a Ti,
que eres el faro de mi vida.
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